1. Introducción
Si en los años posteriores al Vaticano II se vivió en la Iglesia una penosa
“desafección” al culto a la
Eucaristía fuera de la Misa , en este último período se está
promocionando ampliamente, con el ferviente apoyo de los Papas y demás pastores
la Iglesia.
Son muchas las parroquias que los jueves, antes o después de la Celebración
eucarística, exponen el Santísimo Sacramento y cada vez más fieles participan
en la oración silenciosa ante la
Eucaristía. En las diócesis, con el apoyo o tal vez por
iniciativa de los mismos Obispos, aumentan las capillas, parroquias en las que
se organiza la adoración perpetua.
En la exhortación apostólica Evangelii
Gaudium (EG) el Papa Francisco hace una referencia
explícita al tema: «La Iglesia
necesita imperiosamente el pulmón de la oración, y me alegra enormemente que se
multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de
intercesión, de lectura orante de la
Palabra , las adoraciones perpetuas de la Eucaristía » (EG n.
262). También san Juan Pablo II, en la carta apostólica Mane nobiscum,
Domine, con la que convocaba el ‘Año eucarístico’, expresaba
así sus expectativas para la Iglesia de todo un año de oración y reflexión en
torno al Misterio eucarístico: “Aunque el fruto de este Año fuera solamente
avivar en todas las comunidades cristianas la celebración de la Misa dominical e incrementar la adoración eucarística fuera de la Misa , este Año
de gracia habría conseguido un resultado significativo” (MND, n. 29).
Otro fuerte estímulo para el incremento de
la adoración eucarística han sido las vigilias de adoración de las Jornadas Mundiales
de la Juventud. No podemos olvidar, entre otras, la vigilia en Cuatro Vientos
en agosto de 2011, con la fuerte tormenta de lluvia y viento que no impidieron
que miles de jóvenes hincaran sus rodillas para adorar a Jesucristo el Señor,
presente en la custodia colocada sobre el altar. A ello animó ciertamente el
ejemplo de devoción serena del mismo santo Padre emérito Benedicto XVI.
Lo mismo hay que decir de la Vigilia prolongada de
oración-adoración, en septiembre de 2013, en la misma plaza de san Pedro en el
Vaticano, pidiendo por la paz en Siria, convocados por el Papa Francisco.
Es verdad que, junto con el desarrollo de
las horas de adoración en muchos lugares, en algunos casos, uno tiene la
impresión, que se expresa con el máximo respeto, de que no se ha leído el
Ritual de la sagrada Comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa , y menos aún se ha
asimilado la rica doctrina y teología eucarística y espiritual que contiene la Instrucción
“Eucharisticum
Mysterium” (EM).
Son documentos que reflejan la conciencia de la
Iglesia sobre el tesoro que le ha sido confiado, y el modo en que podemos
acercarnos a tan admirable Sacramento. Se puede y se debe adorar a Jesucristo
el Señor presente en el Sagrario. Creemos con fe viva que él está real y
sustancialmente presente en la
Eucaristía , y le adoramos con fe profunda.
Entre las distintas formas de culto a la
Eucaristía fuera de la Misa, queremos detenernos en la Exposición del
Santísimo. La Exposición del Santísimo tiene fin y objetivo peculiares. Los
veremos explicitados en los textos del Ritual y pasaremos a comentarlos brevemente
a continuación.
2. El
Ritual de la sagrada comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa
La reforma litúrgica promovida por el Concilio
Vaticano II nos ha ofrecido, además del Misal Romano (el libro de altar y los
leccionarios) y de los Rituales de los Sacramentos, el Ritual que regula lo
relativo a la sagrada comunión y al culto a la Eucaristía fuera de la Misa (RSCCE).
Como es bien sabido, todos los libros litúrgicos
promulgados desde la reforma promovida por el Concilio Vaticano II hacen
preceder al desarrollo ritual – a las rúbricas – los «Prenotandos» u
«Observaciones previas» para que «a través de los ritos y oraciones, todos
podamos comprender bien la liturgia, el Misterio que celebramos.
El Decreto de promulgación de este Ritual parte con
la afirmación de un principio fundamental, que es como el «pilar» que explica las
relaciones entre la celebración eucarística y el culto fuera de la Misa : «La
celebración de la
Eucaristía en el sacrificio de la Misa es realmente el origen y
el fin del culto que se le tributa fuera de la Misa ».
Después de las Observaciones generales previas, que
subrayan algunos principios sobre la «relación entre el culto eucarístico fuera
de la Misa y la Celebración de la
Eucaristía», el Ritual, en los capítulos I y II, habla de la «sagrada Comunión
fuera de la Misa
y la Comunión
y el Viático llevados a los enfermos por un ministro extraordinario».
En el capítulo III se trata sobre las «Varias formas de culto a la sagrada Eucaristía». Expone ampliamente el tema de la
primera forma de culto: «la exposición de la sagrada Eucaristía». Seguidamente presenta de forma más breve, «las
procesiones» y «los congresos eucarísticos». Todo el capítulo se caracteriza especialmente por la insistencia
sobre el significado de las diferentes formas de culto, destacando de manera
particular su dimensión teológico-pastoral, casi mistagógica, que va
introduciendo en la comprensión de los diversos ritos, a través de los signos
sensibles, lo que la
Sacrosanctum Concilium (SC) sintetiza en la expresión
del “per ritus et preces” (SC 48).
En este sentido, el Ritual de la sagrada Comunión y
del culto a la Eucaristía
fuera de la Misa
parece más una Instrucción que un Ritual, aunque también ofrece los elementos
rituales esenciales relativos a los tres aspectos o dimensiones arriba
recordados de culto al Misterio eucarístico fuera de la Misa.
Una lectura de las notas a pie de página del Ritual
revelan que la fuente principal y casi
única a la que se acude continuamente para la elaboración del Ritual es la Instrucción Eucharisticum
Mysterium (EM), promulgada por la Congregación de Ritos
y el Consilium en mayo de 1967. El Ritual asume las conquistas realizadas por la EM , traduciendo en la práctica
sus contenidos. A esta Instrucción hizo también alusión el mismo Decreto de
promulgación.
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