2. Liturgia de las
Horas y Vida Consagrada
La
secular oración de la Iglesia ha sido reestructurada por la reforma litúrgica
conciliar con gran acierto, de modo que puede ser utilizada por todos los
miembros del pueblo de Dios.
Se han
cumplido ya más de 40 años de la publicación de la Constitución Apostólica Laudis Canticum, con la que el siervo de
Dios Pablo VI promulgaba el nuevo Oficio divino, reformado por mandato del
Concilio Vaticano II.
El
mismo nombre que se le asigna hoy es significativo de una declaración de
intenciones. Se trata de una oración
litúrgica, “de las Horas’: con
este título ya se expresa lo que la caracteriza de manera especial: es oración
que tiene la finalidad de santificar el día entero y la noche, y por eso se
reza “en horas determinadas” (cf OGLH, 1).
En la liturgia
de las horas se hace visible “…a la
Iglesia que celebra el misterio de Cristo” (OGLH 22), y que nos asocia a su oración de verdadero y único
Sacerdote, “siempre vivo para interceder en favor nuestro” (Hb 7, 25).
En la
exhortación apostólica VC el Papa afirma:
“El medio fundamental para alimentar eficazmente la comunión con el Señor es
sin duda la sagrada liturgia, especialmente la Celebración eucarística y la Liturgia de las Horas (=LH)” [1].
Efectivamente,
la oración, especialmente la LH, junto con la Eucaristía, son los
momentos fuertes en los que se
fundamenta y se “rehace” también continuamente la vida de toda comunidad
cristiana, desde la primitiva comunidad, a las comunidades cristianas y
religiosas de hoy y de siempre. Se trata de comunidades que tienen su
fundamento en la Palabra de Dios, en la
comunión fraterna, en la oración y en la fracción del pan[2].
Realmente
la Eucaristía y la liturgia de las horas se están convirtiendo, sobre todo para
las comunidades religiosas que han hecho un esfuerzo de actualización y
asimilación teológico- espiritual y pastoral, en fuente de espiritualidad y
alimento de la fe y entrega de sus miembros.
En
particular la Liturgia de las Horas, con la oración de los salmos y de las
intercesiones, con la escucha de la Palabra, puede ser realmente una escuela de
las actitudes cristianas de alabanza, acción de gracias, petición de perdón y
súplica, que ensanchan los horizontes de la vida, situando en la perspectiva de
la historia de la salvación nuestra propia historia de cada día, y la historia
de la Iglesia y de la humanidad
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