martes, 6 de enero de 2015

LA LITURGIA, FUENTE DE LA VIDA ESPIRITUAL EN LA VIDA CONSAGRADA (IV)

2.      Liturgia de las Horas y Vida Consagrada


La secular oración de la Iglesia ha sido reestructurada por la reforma litúrgica conciliar con gran acierto, de modo que puede ser utilizada por todos los miembros del pueblo de Dios.

Se han cumplido ya más de 40 años de la publicación de la Constitución Apostólica Laudis Canticum, con la que el siervo de Dios Pablo VI promulgaba el nuevo Oficio divino, reformado por mandato del Concilio Vaticano II.

El mismo nombre que se le asigna hoy es significativo de una declaración de intenciones. Se trata de una oración litúrgica, “de las Horas’: con este título ya se expresa lo que la caracteriza de manera especial: es oración que tiene la finalidad de santificar el día entero y la noche, y por eso se reza “en horas determinadas” (cf OGLH, 1).

En la liturgia de las horas se hace visible “…a la Iglesia que celebra el misterio de Cristo” (OGLH 22), y que  nos asocia a su oración de verdadero y único Sacerdote, “siempre vivo para interceder en favor nuestro” (Hb 7, 25).

En la exhortación apostólica VC el Papa afirma: “El medio fundamental para alimentar eficazmente la comunión con el Señor es sin duda la sagrada liturgia, especialmente la Celebración eucarística y la Liturgia de las Horas (=LH)” [1].

Efectivamente, la oración, especialmente la LH, junto con la Eucaristía, son los momentos fuertes en los que se fundamenta y se “rehace” también continuamente la vida de toda comunidad cristiana, desde la primitiva comunidad, a las comunidades cristianas y religiosas de hoy y de siempre. Se trata de comunidades que tienen su fundamento en la Palabra de Dios, en la comunión fraterna, en la oración y en la fracción del pan[2].


Realmente la Eucaristía y la liturgia de las horas se están convirtiendo, sobre todo para las comunidades religiosas que han hecho un esfuerzo de actualización y asimilación teológico- espiritual y pastoral, en fuente de espiritualidad y alimento de la fe y entrega de sus miembros.
En particular la Liturgia de las Horas, con la oración de los salmos y de las intercesiones, con la escucha de la Palabra, puede ser realmente una escuela de las actitudes cristianas de alabanza, acción de gracias, petición de perdón y súplica, que ensanchan los horizontes de la vida, situando en la perspectiva de la historia de la salvación nuestra propia historia de cada día, y la historia de la Iglesia y de la humanidad


[1]  VC 95.
[2] cf. Hch 1, 14; 2, 42; 2, 42. 46-47; Rm 15,5s; Ef 5, 19-21, etc…

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