miércoles, 12 de enero de 2011

El primer ciclo del Tiempo Ordinario


Concluido el Ciclo de la “Manifestación del Señor”, entramos en la primera parte del Tiempo Ordinario.
“En este tiempo, que se encuentra entre los dos polos de la vida de Jesús, hacemos una pausa para introyectarlo todo, para establecer la conexión entre esa visa, esa realidad y nuestra vida. Es un tiempo que nos permite contemplar la intersección de la vida de Jesús con la nuestra.
El Tiempo Ordinario nos recuerda que la contemplación es el centro de la vida cristiana, el lugar donde la mente de Cristo y la nuestra se conocen mutuamente, donde integramos nuestras preocupaciones de este mundo sintonizándolas con el mundo venidero.
Poco a poco, comenzamos a sentir cómo el gran imán del año litúrgico nos atrae cada vez más hacia un claro mensaje: que en el año litúrgico vivimos la vida de Jesús día tras día, hasta que, finalmente, algún día se convierta en nuestra propia vida (…). Nos volvemos actores en el gran drama de traer el reino de Dios a la confusión del mundo” (Joan Chittister, osb., El año litúrgico. La interminable aventura de la vida espiritual, Sal Terrae 2010, 103).

En el Tiempo de Navidad, el Señor me ha brindado la ocasión de reflexionar sobre el lugar que ocupa la Virgen Madre en el año litúrgico. Ha sido un regalo, un verdadero kairós, que me ayudado a pasar en compañía de la Madre estos días tan ricos de gracia, de ternura, bendición.

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