martes, 15 de enero de 2013

Redescubrir la alegría de creer y de comunicar la Fe


 
Introducción

Con la Iglesia, vivimos el Año de la fe.
Como Familia Paulina, estamos en el 2º año de preparación al Centenario de fundación de nuestra Familia religiosa.
Con la liturgia, entramos ya en la inmediata preparación a la Venida “sacramental” del Señor, en  la Navidad’.
Muchos  o demasiados temas y acontecimientos, eclesiales y de Familia, a tener en cuenta para la reflexión de una tarde de retiro. Y ciertamente no han faltado ya las posibilidades – incluso a nivel comunitario y de Familia – para detenernos en uno u otro de estos temas.
He pensado, ante tantas propuestas, que, situándonos en la celebración del Año de la Fe,  podemos reflexionar juntos,  en la primera meditación sobre la relación entre la Fe, la Liturgia y la Comunicación (pretendiendo o por lo menos deseando por mi parte que lo que diga sea, para mí y para vosotros, más motivo de oración que de ‘conocimiento’ puramente intelectual o de clase; porque no se trata de ninguna ‘novedad’, sino de pensar juntos…)-
Y en la 2ª meditación, nos fijaremos en algunos elementos litúrgicos de esta segunda parte del Adviento.

Sin más, entramos en el tema.

1.                   Relación entre Fe – Liturgia – Vida y Comunicación

Cuando en el Concilio los Padres quisieron iniciar su reflexión y debates sobre la LITURGIA, se remontaron a sus orígenes, a su principio fontal, que es: el designio de Dios Padre que “quiere que todos los hombre se salven(1Tm 2,4).
Para conseguir este fin, el Padre envió al Hijo, “al llegar la plenitud de los tiempos, nacido de una mujer” (Gal 4,4).
Cristo, ‘principalmente por el Misterio Pascual realizó la redención de los hombre y la perfecta glorificación de Dios. “Esta obra de redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, Cristo la realizó principalmente por el Misterio pascual…” (SC 5).

1.       1. – Relación Liturgia – Fe

“Cristo Jesús, enviado por el Padre, envió a su vez a los Apóstoles para:
-          predicar el Evangelio – la Fe;
-          y realizar la obra de la redención que proclamaban, a través del Sacrificio y de los Sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica”. (predicación: Fe – realización: Liturgia)
Vemos en estas palabras de la Constitución litúrgica, que, cuando la comunidad predicaba, anunciando el Evangelio de la salvación, lo hacía presente y vivo en la oración litúrgica; es decir,  que ésta se convertía en signo visible y eficaz de salvación, de forma que éste ya no era solamente anuncio hecho por hombres voluntariosos, sino acción que el Espíritu realizaba por la presencia del mismo Cristo en medio de la comunidad de los creyentes.
Nos lo recuerda la SC n. 7, cuando repite por cuatro veces: Cristo está presente”: “siempre está presente en su Iglesia, sobre todo en las acciones litúrgicas”, y concretamente: presente en el Sacrificio de la Misa, en la persona del ministro, en los Sacramentos, en la Palabra, en la asamblea que suplica y canta salmos…”
En estas palabras del Concilio, vemos recordados los dos elementos de Fe y Liturgia, con su relación e implicación mutuas.

1.2.  - Relación entre la Liturgia, la Fe y la Vida

Recordamos el ejemplo e la primitiva comunidad cristiana:
… Perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles y en la comunión fraterna,…
partían el pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón”. (Hch 2, 42. 46)
En los textos litúrgicos advertimos la mutua relación ‘Fe – Liturgia’.
Fe y liturgia intrínsecamente relacionadas e implicadas.
Y la relación de la fe y la liturgia, si es auténtica,  ha de traducirse en opciones de Vida, ‘lex vivendi’.
Mons. Fisichella, hablando de la relación entre la nueva evangelización y las celebraciones litúrgicas, decía recientemente: “la lex credendi y la lex orandi forman una sola unidad en la que se hace incluso difícil distinguir el final de una y el comienzo de la otra. Por tanto, la nueva evangelización tendrá que ser capaz de hacer de la liturgia un espacio vital, para que tenga significado pleno el anuncio que se realiza” (R. Fisichella).
              Todo esto lo vemos también reflejado en la misma estructura del CEC:
En efecto, la 2ª parte del CEC trata sobre la celebración del misterio cristiano; y establece una estrecha relación con la ‘profesión de la fe’ (1ª parte) y con la vida cristiana (III parte). – No sería forzado ver aquí también la tríada paulina del Fundador el Beato S. Alberione: el corazón (Liturgia); la mente (Fe); la voluntad (conducta moral – vida cristiana).

Adentrándonos en la reflexión, sugiero que nos dejemos interrogar, personal y comunitariamente, por unas palabras de Benedicto XVI en la Carta apostólica Porta Fidei con la que convocaba el ‘Año de la Fe’.
El Papa  constataba que “hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de la nueva evangelización”, con el fin de redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”.
Pide el Papa un “compromiso” no sólo individual, como cosa personal de cada uno de los cristianos, sino un ‘compromiso eclesial’. Y no un ‘compromiso cualquiera, sino que sea ‘más convincente’, más creíble, que llegue a suscitar o provocar interrogantes, a interpelar a la gente…
El fin por el que la Iglesia tiene que involucrarse y comprometerse a fondo, podrá servirse de medios (el Papa los recuerda en particular el volver a los documentos del Concilio Vaticano II y al CEC, pero sobre todo el fin más profundo, por el que el compromiso merezca la pena y nos afecte e implique a todos,  es:
-          redescubrir la alegría de creer
-          y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe (PF 7).
Benedicto XVI habla de la “la alegría de la fe”, y del “entusiasmo” para transmitirla, contagiarla, comunicarla.
Me parece ésta una  llamada fuerte a una  conversión; a volver a presentar y ser testigos de un rostro más amable de la fe, del cristianismo, de la misma Iglesia. Personalmente es la interpretación que hago de estas palabras. Y creo que todos estamos hoy convencidos de que es urgente que la Iglesia – que todos nosotros, los católicos de hoytengamos en cuenta esta llamada del Papa. Nos hace falta, y la gente lo está pidiendo a gritos, aunque a veces lo haga con palabras o gestos que puedan agradarnos más o menos…
//En la Nota de la C. Doctrina de la Fe, Aplicacioens pastorales… para el Año de la Fe, se dice:). “El año de la fe desea contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al descubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual, testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar “la puerta de la Fe” a tantos que están en búsqueda de la verdad.
Recordar estas palabras del Papa y de al Congregación romana, nos ayuda a introducirnos en el espíritu de la liturgia del III domingo de Adviento…

                Porque la liturgia del domingo ‘Gaudete’, insistirá de manera especial en esto.
En la oración colecta se habla de la Navidad, a la que nos preparamos, como “fiesta de gozo y de salvación”. Y se añade que queremos celebrarla no tímidamente o con cierta resignación porque ‘toca cantar villancicos, sino “con alegría desbordante”.
                Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo;
concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación,
y poder celebrarla con alegría desbordante”
               
Nuestro padre san Pablo nos está acompañando en todos los domingos de Adviento con la repetida llamada a la alegría, especialmente en la lectura breve de las Vísperas de los cuatro domingos: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres». Y la razón es  clara: «El Señor está cerca».
 
1.2. Relación entre Fe – Liturgia y Comunicación

En los textos de toda la liturgia de la Iglesia advertimos la mutua relación ‘Fe – Liturgia’. Ya la subrayaban los Padres de la Iglesia con una fórmula que se ha repetido con frecuencia desde el V siglo, desde el santo varón Próspero de Aquitania: la ‘lex orandi’ – la liturgia, la oración de la Iglesia coincide o tiene que coincidir con la ‘lex credendi’. Fe y liturgia están intrínsecamente relacionadas.
En las palabras de la carta apostólica “La Puerta de la Fe” que nos introducían en la reflexión comunitaria, y en el tema del Sínodo celebrado en el mes de octubre, aparece otra relación, otro elemento de la secular relación entre la Fe y la Liturgia, un elemento que hoy se subraya ya con particular interés, y que es singularmente importante y específico para nosotros FP: “”volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”.   
Recordamos que el tema del Sínodo era: “La nueva evangelización para la transmisión de la fe”.
La fe es un don teologal de la Trinidad santa, que recibimos en los sacramentos de la iniciación cristiana, y son estos mismos Sacramentos los que nos urgen a “comunicar – transmitir la fe”, el regalo que nosotros hemos recibido ‘gratis’.
Es el mandato de Jesús a los Once: “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación…” (Mc 16, 15)- “Haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre…”(Mt 28, 19-20
Gracias a Dios, el Magisterio de la Iglesia se ha mostrado últimamente más sensible a esta cuestión. Los mensajes del Papa Benedicto para la Jornada mundial de los m.c.s. constituyen un documento ejemplar de reflexión y de ánimo. El de la próxima Jornada de 2013: «Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de amistad». [¡No digamos si el mismo Papa entró en el twitter. Mons. Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones sociales, comentaba a este propósito en el Osservatore Romano, que “El desembarco del Papa en el twitter responde a su deseo aprovechar todas las oportunidades de comunicación que brindan las nuevas tecnologías, propias del mundo de hoy”.]
Y ya Juan Pablo II: “Proclamar desde los terrados. El Evangelio en la era de la comunicación global” (año 2001). Y en el año 2002: “Internet: un nuevo foro para la proclamación del Evangelio”…

1.3. - Intrínseca relación entre Fe – Liturgia – Vida y Comunicación

De la fe a la liturgia, de la liturgia a la vida y a la comunicación de la fe”.
La Iglesia celebra lo que cree y cree lo que celebra. Porque celebrar es actualizar el Misterio que se cree, para así participar de él, y vivir de su gracia, por el poder del Espíritu Santo” (Aurelio G.).
La oración sobre las ofrendas del Jueves Santo dice :

Concédenos, Señor, participar dignamente en estos santos Misterios,
pues cada vez que celebramos este Memorial de la muerte de tu Hijo,
se realiza la obra de nuestra redención”.
Los Padres conciliares introducían el discurso sobre la Liturgia haciendo explícita referencia a estas palabras de la eucología de la Iglesia:
“La Liturgia, por cuyo medio “se ejerce la obra de la redención”, sobre todo en el sacrificio de la Misa…” (SC 2). Con semejante introducción, ouverture, decían que quedaban atrás los tratados o manuales de Liturgia ‘rubricista’ y se presentaba una Liturgia en la óptica de la redención, de la historia de la salvación.
En 2007 el papa Benedicto XVI publicaba la exhortación apostólica “Sacramentum Caritatis” y la dividía en tres grandes capítulos, teniendo precisamente en cuenta precisamente el axioma o principio patrístico y teológico de la intrínseca relación entre fe-liturgia-vida:

-          La Eucaristía, misterio que se ha de creer,
-          la Eucaristía, misterio que se ha de celebrar
-          la Eucaristía, misterio que se ha de vivir.
En sintonía también con las líneas pastorales del Sínodo sobre la nueva evangelización, añadimos: la Eucaristía, la liturgia, misterio de la fe que se ha de comunicar.
No sólo celebramos como creemos y porque creemos, sino que también que celebramos para transmitir, y comunicar la fe; llevarla a todos los momentos y expresiones apostólicas de nuestra vida, cristiana y paulina. Se nos pide «llevar al Palabra de Dios a los hombres de hoy con los medios de hoy»; pregonar la Palabra de Dios, y con ella, comunicar la vida del Dios, su amor y su gracia, a nuestros hermanos “con los medios más rápidos y eficaces”.
El CEC presenta  esta misma relación Fe-Liturgia-Vida-Comunicación, como la síntesis de lo que enseña, celebra, vive y transmite la Iglesia:
-           “Es el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia (– Fe)
-          y celebra en su liturgia,
-          a fin de que los fieles vvan de él
-          y den testimonio de él en el mundo”  (CEC n. 1068).
La Iglesia celebra lo que cree y cree lo que celebra. El objeto de la liturgia es en efecto, el Misterio de la fe, el Misterio de Cristo, la historia de la salvación en acto.
Recientemente en la revista de pastoral litúrgica PHASE, tratando precisamente el tema de la relación Fe-liturgia, el autor de uno de los artículos se preguntaba: ¿Es posible celebrar sin fe? … Quizás haya gente que vive una fe natural, porque en efecto permanecen ‘las estructuras de fe’, como son los Sacramentos, ¿pero sin fe? ¿… una fe y un Dios a medida de hombre, sin necesidad de la “mediación de la Iglesia”, de sus Sacramentos, de su liturgia?
Y por lo mismo podemos decir también que la fe cristiana exige la celebración de lo que se cree. ¿O se puede ‘creer sin celebrar’? Si es necesario creer para celebrar, también es necesario celebrar para vivir, a la vez que es necesario vivir para creer y celebrar en autenticidad y en verdad. Se trata de tres secuencias que se implican en la dinámica de la vida cristiana.
Celebrar, en efecto, es actualizar el Misterio que se cree, para así participar de él, y vivir de su gracia, por el poder del Espíritu Santo” (Aurelio G.).
Cada vez que celebramos el ‘Memorial’ se renueva la obra de nuestra redención.
Y así, lo que Cristo realizó ‘una vez por todas – semel’ - su misterio pascual de muerte y resurrección – la Iglesia, la liturgia lo conmemora – “con memorial” eficaz, cf Éx 13,8) cada vez que – quotiescumque, cf 1Co 11,26 – celebra el Memorial del SEÑOR. Nos pone en contacto con él, con Cristo Jesús (SC 102). Hoy se renueva para mí – pro vobis et pro multis –
La salvación, la gracia, la Presencia es siempre “ofrecida” por parte de Dios. Es siempre de él la iniciativa; la parte nuestra es siempre de respuesta, de acogida, de ‘amén’.
Por todas estas razones podemos decir también que la fe cristiana exige la celebración de lo que se cree.
En las oraciones del Misal romano con frecuencia se subraya, especialmente en las oraciones después de la Comunión, esta relación Fe-Liturgia-Vida.
 
Cito la del viernes de la octava de Pascua:
Dios todopoderoso y eterno,
que por el Misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres,
concédenos realizar en la vida
cuanto celebramos en la fe.  

De la liturgia a la vida; de la vida a la liturgia.
“Si la liturgia es acción de toda la persona, nada de lo que afecta a la persona puede quedar al margen de la misma; y si la liturgia es obra del pueblo, tampoco nada de  lo que afecta a la sociedad o a la comunidad humana y eclesial puede ser ignorado. Porque Jesucristo, el Dios encarnado, Señor y Salvador en y desde la historia, sigue queriendo salvarnos hoy desde esta historia”. (D. Borobio)
Por lex orandi, lex communicandi, entendemos todo aquello che la Iglesia debe hacer para comunicar y hacer que llegue la verdad del Evangelio a todos los hombres, y por tanto, todo aquello que los cristianos que participan en la liturgia, como miembros vivos de la Iglesia, deben hacer para que lo creído, lo celebrado y lo vivido se transmita y se comunique a los demás… (id.)
 La dinámica de la fe en la celebración litúrgica es una dinámica que pone en relación, en interrelación los diversos momentos en que la fe es confesada, celebrada, vivida y comunicada. Sólo una fe «en circulación interdimensional operativa» puede ser una fe integral”, puede ser la fe de la Iglesia.

El Santo Padre en la audiencia general del miércoles 28 de noviembre habló sobre «Cómo hablar de Dios en nuestro tiempo?” Y comenzó refiriéndose a Jesús que se hizo la misma pregunta: «¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios?»
                 Hablar de Dios, decía el Papa, requiere una familiaridad con Jesús y su evangelio, supone una fuerte pasión por su proyecto de salvación, sin ceder a la tentación del éxito, sino siguiendo el método de Dios mismo”. Y añadió: “El método de Dios es el de la humildad, el método realizado en la encarnación,… y en el granito de mostaza.
 Y casi de inmediato, se refirió a nuestro Padre san Pablo con unas palabras que a todos nos han alegrado mucho: “Ese excepcional comunicador que fue el apóstol Pablo nos brinda una lección, sobre la cuestión de cómo hablar de Dios con gran sencillez (cf 1Co 2, 1-2). Pablo no habla de una filosofía, ni de ideas, sino que habla de una realidad de su vida, habla del Dios que ha entrado en su vida, de un Dios real que vive, habla del Cristo crucificado y resucitado”.
Y proseguía: “La segunda realidad es que Pablo no se busca a sí mismo, no quiere crearse un grupo de admiradores,… no se busca a sí mismo, sino que san Pablo anuncia a Cristo y quiere ganar a las personas para el Dios verdadero y real.
Así, hablar de Dios quiere decir dar espacio a Aquel que nos lo da a conocer; quiere decir expropiar el propio yo ofreciéndoselo a Cristo---“
 
En una de las definiciones de liturgia dadas por el p. Alberione, la presenta como “el libro del Espíritu Santo”, lo mismo que la creación es obra del Padre y la sagrada Escritura del Hijo”.
Los Padres de la Iglesia consideran también al “Espíritu Santo como el ‘gran Comunicador’, que, sobre todo en las acciones litúrgicas es el “vínculo Mediador” que hace posible la conexión (circulación) entre el polo divino de la salvación y el polo humano de la recepción. Porque el ES está en Dios, en la Trinidad, ofreciendo y proponiendo al hombre la salvación, y está en el hombre respondiendo el “amén” de la apertura y la acogida.
El ES es el punto de engarce de nuestra historia personal y comunitaria con la historia de la salvación, que  llegó a su cumplimiento y realización plena en Cristo Jesús” (I. Oñatibia)
 
En la citada audiencia general del 28 e noviembre recordaba el Papa que “El Año de la fe es ocasión para descubrir, con la fantasía animada por el Espíritu Santo, nuevos itinerarios a nivel personal y comunitario, a fin de que en cada lugar la fuerza del Evangelio sea sabiduría de vida y orientación de la existencia”.

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