Introducción
Con
la Iglesia, vivimos el Año de la fe.
Como Familia Paulina, estamos en el 2º año de preparación al Centenario de fundación de nuestra Familia religiosa.
Con la
liturgia,
entramos ya en la inmediata preparación
a la Venida “sacramental” del Señor, en la
Navidad’.
Muchos o demasiados temas y acontecimientos,
eclesiales y de Familia, a tener en cuenta para la reflexión de una tarde de
retiro. Y ciertamente no han faltado ya las posibilidades – incluso a nivel
comunitario y de Familia – para detenernos en uno u otro de estos temas.
He
pensado, ante tantas propuestas, que, situándonos en la celebración del Año de
la Fe, podemos reflexionar juntos,
en la primera meditación
sobre la relación entre la Fe, la Liturgia y la Comunicación (pretendiendo o
por lo menos deseando por mi parte
que lo que diga sea, para mí y para vosotros, más motivo de oración que de ‘conocimiento’ puramente intelectual o de
clase; porque no se trata de ninguna ‘novedad’, sino de pensar juntos…)-
Y
en la 2ª meditación, nos fijaremos en
algunos elementos litúrgicos de esta segunda parte del Adviento.
Sin
más, entramos en el tema.
1.
Relación entre Fe – Liturgia – Vida y Comunicación
Cuando en el Concilio los Padres quisieron iniciar su
reflexión y debates sobre la LITURGIA,
se remontaron a sus orígenes, a su principio fontal, que es: el designio de Dios Padre que “quiere que todos los hombre se salven” (1Tm 2,4).
Para conseguir
este
fin, el Padre envió al Hijo, “al llegar
la plenitud de los tiempos, nacido de una mujer” (Gal 4,4).
Cristo,
‘principalmente por el Misterio Pascual
realizó la redención de los hombre y la perfecta glorificación de Dios. “Esta obra de redención humana y de la perfecta
glorificación de Dios, Cristo la realizó principalmente por el Misterio
pascual…” (SC 5).
1.
1. – Relación
Liturgia – Fe
“Cristo Jesús,
enviado por el Padre, envió a su vez a los Apóstoles para:
-
predicar el Evangelio – la Fe;
-
y realizar la obra de la redención que
proclamaban, a través del
Sacrificio y de los Sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vida
litúrgica”. (predicación:
Fe – realización: Liturgia)
Vemos
en estas palabras de la Constitución litúrgica, que, cuando la comunidad predicaba, anunciando el Evangelio de la
salvación, lo hacía presente y vivo
en la oración litúrgica; es decir, que ésta se convertía en signo visible y
eficaz de salvación, de forma que éste ya no era solamente anuncio hecho
por hombres voluntariosos, sino acción
que el Espíritu realizaba por la presencia del mismo Cristo en medio de
la comunidad de los creyentes.
Nos
lo recuerda la SC n. 7, cuando repite por cuatro veces: “Cristo está presente”:
“siempre está presente en su Iglesia, sobre todo en las acciones litúrgicas”, y
concretamente: presente en el Sacrificio
de la Misa, en la persona del ministro, en los Sacramentos, en la Palabra, en
la asamblea que suplica y canta salmos…”
En estas
palabras del Concilio, vemos recordados los dos elementos de Fe y Liturgia, con su
relación e implicación mutuas.
1.2.
- Relación entre la Liturgia, la Fe y la
Vida
Recordamos el
ejemplo e la primitiva comunidad cristiana:
“… Perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles y en la comunión fraterna,…
partían el pan en las casas y compartían los
alimentos con alegría y
sencillez de corazón”. (Hch 2, 42.
46)
En
los textos litúrgicos advertimos la mutua relación ‘Fe – Liturgia’.
Fe y liturgia
intrínsecamente relacionadas e implicadas.
Y la relación
de la fe y la liturgia, si es auténtica,
ha
de traducirse en opciones de Vida, ‘lex vivendi’.
Mons.
Fisichella, hablando de la relación entre la
nueva evangelización y las celebraciones litúrgicas, decía recientemente: “la lex
credendi y la lex orandi forman una sola unidad en la que se hace
incluso difícil distinguir el final de una y el comienzo de la otra. Por tanto, la nueva evangelización tendrá que ser capaz de hacer de la
liturgia un espacio vital, para que tenga significado pleno el anuncio que
se realiza” (R. Fisichella).
Todo esto lo vemos
también reflejado en la misma estructura
del CEC:
En
efecto, la 2ª parte del CEC trata
sobre la celebración del misterio
cristiano; y establece una estrecha relación con la ‘profesión de la fe’
(1ª parte) y con la vida cristiana (III parte). – No sería forzado ver aquí
también la tríada paulina del Fundador el Beato S.
Alberione: el corazón (Liturgia); la mente (Fe); la voluntad (conducta
moral – vida cristiana).
Adentrándonos
en la reflexión,
sugiero que nos dejemos interrogar,
personal y comunitariamente, por unas palabras de Benedicto XVI en la Carta apostólica Porta Fidei con la que
convocaba el ‘Año de la Fe’.
El
Papa constataba que “hoy
es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de la nueva evangelización”, con el fin de “redescubrir
la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”.
Pide
el Papa un “compromiso” no sólo
individual, como cosa personal de cada uno de los cristianos, sino un ‘compromiso eclesial’. Y no un
‘compromiso cualquiera, sino que sea ‘más
convincente’, más creíble, que llegue a suscitar o provocar interrogantes,
a interpelar a la gente…
El
fin por el que la Iglesia tiene que
involucrarse y comprometerse a fondo, podrá servirse de medios (el Papa los
recuerda en particular el volver a los documentos del Concilio Vaticano II y al
CEC,
pero sobre todo el fin más profundo, por
el que el compromiso merezca la pena y nos
afecte e implique a todos, es:
-
redescubrir la alegría de creer
-
y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la
fe (PF 7).
Benedicto
XVI habla de la “la alegría de la
fe”, y del “entusiasmo” para
transmitirla, contagiarla, comunicarla.
Me
parece ésta una llamada fuerte a una conversión; a volver a presentar y ser testigos de un rostro más amable de la fe, del cristianismo, de la misma
Iglesia. Personalmente
es la interpretación que hago de estas palabras. Y creo que todos estamos hoy
convencidos de que es urgente que la
Iglesia – que todos nosotros, los
católicos de hoy – tengamos en cuenta
esta llamada del Papa. Nos hace falta, y la gente lo está pidiendo a gritos, aunque a veces lo
haga con palabras o gestos que puedan agradarnos más o menos…
//En
la Nota de la C. Doctrina de la Fe, Aplicacioens
pastorales… para el Año de la Fe, se dice:). “El año de la fe desea
contribuir a una renovada conversión
al Señor Jesús y al descubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean
para el mundo actual, testigos gozosos
y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar “la puerta de
la Fe” a tantos que están en búsqueda de la verdad.
Recordar estas palabras
del Papa y de al Congregación romana, nos ayuda a introducirnos en el espíritu de la liturgia del III domingo
de Adviento…
Porque la liturgia del domingo ‘Gaudete’, insistirá de manera
especial en esto.
En
la oración colecta se habla de la Navidad, a la que nos preparamos,
como “fiesta de gozo y de
salvación”. Y se añade que queremos celebrarla no tímidamente o con cierta resignación porque ‘toca cantar villancicos,
sino “con
alegría desbordante”.
“Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del
nacimiento de tu Hijo;
concédenos
llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación,
y poder
celebrarla con alegría desbordante”
Nuestro padre
san Pablo
nos está acompañando en todos los domingos de Adviento con la repetida llamada
a la alegría, especialmente en la lectura breve de las Vísperas de los cuatro
domingos: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres».
Y la razón es clara: «El Señor está cerca».
1.2. Relación entre Fe – Liturgia y
Comunicación
En los textos
de toda la liturgia de la Iglesia advertimos la mutua relación ‘Fe – Liturgia’. Ya la subrayaban los Padres de la Iglesia con una
fórmula que se ha repetido con frecuencia desde el V siglo, desde el santo
varón Próspero de Aquitania: la ‘lex orandi’ – la liturgia, la
oración de la Iglesia coincide o tiene que coincidir con la ‘lex
credendi’. Fe y liturgia están
intrínsecamente relacionadas.
En las
palabras de la carta apostólica “La Puerta de la Fe” que nos introducían en la
reflexión comunitaria,
y en el tema del Sínodo celebrado en
el mes de octubre, aparece otra relación,
otro elemento de la secular relación entre
la Fe y la Liturgia, un elemento que hoy
se subraya ya con particular interés, y que es singularmente importante y específico para nosotros FP:
“”volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”.
Recordamos
que el tema del Sínodo era: “La nueva evangelización para la
transmisión de la fe”.
La fe es un don
teologal de la Trinidad santa, que recibimos en los sacramentos de la iniciación cristiana, y son estos mismos Sacramentos los que nos urgen a “comunicar – transmitir la fe”, el regalo que nosotros hemos
recibido ‘gratis’.
Es el mandato
de Jesús a los Once: “Id por todo el
mundo y proclamad el Evangelio a
toda la creación…” (Mc 16, 15)- “Haced
discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre…”(Mt 28, 19-20
Gracias
a Dios, el Magisterio de la Iglesia se
ha mostrado últimamente más sensible
a esta cuestión. Los mensajes del
Papa Benedicto para la Jornada mundial de los m.c.s. constituyen un
documento ejemplar de reflexión y de ánimo. El de la próxima Jornada de 2013: «Nuevas
tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de
amistad». [¡No
digamos si el mismo Papa entró en el twitter.
Mons. Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones
sociales, comentaba a este propósito en el Osservatore Romano, que “El
desembarco del Papa en el twitter responde a su deseo aprovechar todas las oportunidades de comunicación que brindan las
nuevas tecnologías, propias del mundo de hoy”.]
Y
ya Juan Pablo II: “Proclamar desde los
terrados. El Evangelio en la era de la comunicación global” (año 2001). Y
en el año 2002: “Internet: un nuevo foro
para la proclamación del Evangelio”…
1.3. -
Intrínseca relación entre Fe – Liturgia – Vida y Comunicación
“De la fe a la liturgia, de la liturgia a la
vida y a la comunicación de la fe”.
La Iglesia
celebra lo que cree
y cree lo que celebra. Porque celebrar
es actualizar el Misterio que se cree, para así participar de él, y vivir de su gracia, por el poder del Espíritu Santo” (Aurelio G.).
La
oración sobre las ofrendas del Jueves
Santo dice :
“Concédenos, Señor, participar dignamente en estos
santos Misterios,
pues cada vez que celebramos este Memorial de
la muerte de tu Hijo,
se realiza la obra de nuestra redención”.
Los Padres conciliares introducían el discurso sobre la Liturgia
haciendo explícita referencia a estas
palabras de la eucología de la
Iglesia:
“La
Liturgia, por cuyo medio “se ejerce la
obra de la redención”, sobre todo en el sacrificio de la Misa…” (SC
2). Con semejante introducción, ouverture, decían que quedaban atrás los
tratados o manuales de Liturgia
‘rubricista’ y se presentaba una Liturgia
en la óptica de la redención, de la historia de la salvación.
En 2007 el
papa Benedicto
XVI publicaba la exhortación apostólica “Sacramentum Caritatis” y la dividía
en tres grandes capítulos, teniendo precisamente en cuenta precisamente el
axioma o principio patrístico y
teológico de la intrínseca relación entre fe-liturgia-vida:
-
La Eucaristía, misterio que se ha de creer,
-
la Eucaristía, misterio que se ha de celebrar
-
la Eucaristía, misterio que se ha de vivir.
En
sintonía también con las líneas
pastorales del Sínodo sobre la nueva evangelización, añadimos: la Eucaristía, la liturgia, misterio de la fe que se ha de comunicar.
No
sólo celebramos como creemos y porque creemos, sino que también que celebramos para transmitir, y comunicar
la fe; llevarla a todos los momentos y expresiones apostólicas de nuestra vida,
cristiana y paulina. Se nos pide «llevar al Palabra de Dios a los hombres de hoy
con los medios de hoy»; pregonar la Palabra de Dios, y con ella,
comunicar la vida del Dios, su amor
y su gracia, a nuestros hermanos “con los medios más rápidos y eficaces”.
El
CEC presenta esta misma relación Fe-Liturgia-Vida-Comunicación,
como la síntesis de lo que enseña, celebra, vive y transmite la Iglesia:
-
“Es el Misterio
de Cristo lo que la Iglesia anuncia (–
Fe)
-
y celebra en su liturgia,
-
a fin de que
los fieles vvan de él
-
y den testimonio de él en el mundo” (CEC n. 1068).
La
Iglesia celebra lo que cree y cree lo que celebra. El objeto de la liturgia es en efecto, el Misterio de la fe, el Misterio de Cristo, la historia de la
salvación en acto.
Recientemente
en la revista de pastoral litúrgica PHASE, tratando precisamente el tema de la
relación Fe-liturgia, el autor de uno de los artículos se preguntaba: ¿Es posible celebrar sin fe? … Quizás
haya gente que vive una fe natural, porque en efecto permanecen ‘las estructuras de fe’, como son los Sacramentos, ¿pero
sin fe? ¿… una fe y un Dios a medida de hombre, sin necesidad de la “mediación de la Iglesia”, de sus
Sacramentos, de su liturgia?
Y
por lo mismo podemos decir también que la
fe cristiana exige la celebración de lo que se cree. ¿O se puede ‘creer sin celebrar’? Si es necesario
creer para celebrar, también es
necesario celebrar para vivir, a la vez que es necesario vivir para creer y
celebrar en autenticidad y en verdad. Se trata de tres secuencias que se implican en la dinámica de la vida
cristiana.
“Celebrar, en efecto, es actualizar el Misterio que se cree,
para así participar de él, y vivir de su
gracia, por el poder del Espíritu
Santo” (Aurelio G.).
Cada vez que
celebramos el ‘Memorial’ se renueva la obra
de nuestra redención.
Y así, lo que Cristo realizó ‘una vez por todas – semel’ - su misterio pascual de muerte y
resurrección – la Iglesia, la liturgia lo conmemora – “con memorial” eficaz, cf
Éx 13,8) cada vez que – quotiescumque,
cf 1Co 11,26 – celebra el Memorial del SEÑOR. Nos pone en
contacto con él, con Cristo Jesús (SC 102). Hoy se renueva para mí – pro
vobis et pro multis –
La salvación,
la gracia, la Presencia es siempre “ofrecida” por parte de Dios. Es siempre de
él la iniciativa; la parte nuestra es siempre de respuesta, de acogida, de ‘amén’.
Por
todas estas razones podemos decir también que la fe cristiana exige la celebración de lo que se cree.
En las
oraciones del Misal romano con frecuencia se subraya, especialmente en las
oraciones después de la Comunión, esta relación Fe-Liturgia-Vida.
Cito
la del viernes de la octava de Pascua:
Dios todopoderoso y eterno,
que por el Misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres,
concédenos realizar en la vida
cuanto celebramos en la fe.
Dios todopoderoso y eterno,
que por el Misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres,
concédenos realizar en la vida
cuanto celebramos en la fe.
De la liturgia a la vida; de la vida a la
liturgia.
“Si la liturgia es acción de toda la persona, nada de lo
que afecta a la persona puede quedar al margen de la misma; y si la liturgia es obra del pueblo,
tampoco nada de lo que afecta a la
sociedad o a la comunidad humana y eclesial puede ser ignorado. Porque Jesucristo, el Dios encarnado,
Señor y Salvador en y desde la historia,
sigue queriendo salvarnos hoy desde esta historia”. (D. Borobio)
Por
lex
orandi, lex communicandi, entendemos
todo aquello che la Iglesia debe
hacer para comunicar y hacer que llegue
la verdad del Evangelio a todos los hombres, y por tanto, todo aquello que los
cristianos que participan en la liturgia, como miembros vivos de la Iglesia, deben hacer para que lo creído, lo celebrado y lo vivido se transmita y se comunique a los demás… (id.)
“La
dinámica de la fe en la celebración litúrgica es una dinámica que pone en
relación, en interrelación los diversos momentos en que la fe es confesada,
celebrada, vivida y comunicada. Sólo una fe «en circulación
interdimensional operativa» puede ser una fe integral”, puede ser la fe de la Iglesia.
El
Santo Padre en la audiencia general del
miércoles 28 de noviembre habló sobre «Cómo
hablar de Dios en nuestro tiempo?” Y comenzó refiriéndose a Jesús que se
hizo la misma pregunta: «¿Con qué podemos
comparar el Reino de Dios?»
“Hablar
de Dios, decía el Papa, requiere una
familiaridad con Jesús y su evangelio, supone una fuerte pasión por su proyecto de salvación, sin ceder a la
tentación del éxito, sino siguiendo el
método de Dios mismo”. Y añadió: “El
método de Dios es el de la humildad, el
método realizado en la encarnación,… y en
el granito de mostaza.
Y casi de inmediato, se refirió a nuestro Padre san Pablo con unas
palabras que a todos nos han alegrado mucho: “Ese excepcional comunicador que fue el apóstol Pablo nos
brinda una lección, sobre la cuestión de cómo
hablar de Dios con gran sencillez (cf 1Co 2, 1-2). Pablo no habla de una
filosofía, ni de ideas, sino que habla
de una realidad de su vida, habla del Dios que ha entrado en su vida, de un
Dios real que vive, habla del Cristo
crucificado y resucitado”.
Y
proseguía: “La segunda realidad es
que Pablo no se busca a sí mismo, no
quiere crearse un grupo de admiradores,… no se busca a sí mismo, sino que
san Pablo anuncia a Cristo y quiere
ganar a las personas para el Dios verdadero y real.
Así, hablar de
Dios quiere decir dar espacio a Aquel que nos lo da a conocer; quiere decir expropiar el propio yo
ofreciéndoselo a Cristo---“
En
una de las definiciones de liturgia dadas por el p. Alberione, la presenta como
“el
libro del Espíritu Santo”, lo
mismo que la creación es obra del Padre y la sagrada Escritura del Hijo”.
Los Padres de
la Iglesia consideran también al “Espíritu Santo como el ‘gran Comunicador’, que, sobre
todo en las acciones litúrgicas es el
“vínculo Mediador” que hace posible la conexión (circulación) entre el polo divino de la salvación y el polo humano de la recepción. Porque el ES está en Dios, en la
Trinidad, ofreciendo y proponiendo al hombre la salvación, y está en el hombre respondiendo el “amén” de
la apertura y la acogida.
El ES es el
punto de engarce de nuestra historia personal y comunitaria con la historia de
la salvación, que llegó a su
cumplimiento y realización plena en Cristo Jesús” (I. Oñatibia)
En
la citada audiencia general del 28 e noviembre recordaba el Papa que “El
Año de la fe es ocasión para descubrir, con la fantasía animada por
el Espíritu Santo, nuevos itinerarios a nivel personal y comunitario, a
fin de que en cada lugar la fuerza del Evangelio sea sabiduría de vida y
orientación de la existencia”.
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