DOMINGO XXXIII del Tiempo Ordinario
“Il tuo aiuto, Signore, ci renda sempre lieti nel tuo servicio, perché solo nella dedizione a te – in tua semper devotione gaudere -, fonte di ogni bene, possiamo avere felicità piena e duratura”.
Dios es divinamente dadivoso, generoso con nosotros. Para que vivamos "siempre alegres en su servicio”. Él se fía de cada uno de nosotros. Él, “creador de todo bien”, conoce nuestras posibilidades y nos regala su Don “según la capacidad de cada uno”, no para que vivamos con afán, con ansia, acumulando bienes, estresados, sino para que con alegría nos entreguemos a él, en el servicio y en la donación a los hermanos. Para que vivamos como hijos y hermanos, la filiación y la fraternidad de los hijos de Dios.
“Vivir alegres en el servicio de Dios” es vivir una vida plena, esponjada; es tener una mirada amable y confiada hacia Dios y hacia los demás. Éste es “el gozo pleno y duradero”, del que nos habla la oración.
Y ésta será la auténtica actitud cristiana con la que esperamos “la gloriosa manifestación de Nuestro Señor Jesucristo”, la espera vigilante del Esposo para ser admitidos, hoy en su Banquete eucarístico, y mañana en el banquete eterno del SEÑOR.
No me resisto a escribir unas líneas que robo a mi hermana-amiga Cristina Cruciani en La Vita en Cristo e nella Chiesa, con una interpretación que me ha gustado y sorprendido de la parábola de los talentos. Traduzco libremente:
“Talento de valor inestimable es el don de celebrar la liturgia. Ésta es respuesta a la iniciativa de Dios y, a través de los ritos y oraciones, nos conduce a ser tocados por su Presencia de salvación. Este talento que hay que usar bien y hacer fructificar es la mediación necesaria impuesta por nuestro ser de criaturas encarnadas, es la prolongación de la encarnación de Jesús que por medio de las acciones litúrgicas sigue extendiendo la mano, tocando y curando.
Toda la salvación nos llega a través del sacramento, en el tiempo y en el espacio. Ser fieles y ‘traficar’ el talento quiere decir para nosotros aprovechar la liturgia, acción tan divina y tan humana. Tomarse en serio la liturgia significa en concreto conocerla, prepararla, vivirla, guardarla y mimarla como una realidad preciosa sin la cual no sabríamos como instaurar el diálogo de amor y llegar a la comunión con nuestro Dios, creador, amor y misericordia: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La liturgia verdadera no es el aparato externo, aunque éste sea necesario; es lo que en ella acontece lo que cuenta…”
Dejo aquí la cita de Cristina, aunque es importante también lo que va diciendo luego con relación a los jóvenes y la liturgia, la referencia a los jóvenes de la JMJ de Madrid en Cuatro Vientos… Grazie, Cristina, innamorata della Liturgia!
He leído con gusto y afecto su comentario antes de participar en la Eucaristía dominical en la parroquia. Al ayudar a distribuir la comunión y ver tantos adolescentes y jóvenes, me alegré profundamente. Es una experiencia que hago casi todos los domingos: los y las que ayudan y cantan y animan en el coro dirigido por mi hermana Conchi, los y las que después de la Misa van a la catequesis de post comunión y Confirmación y los que, gracias a Dios, siguen participando solos o con sus padres en la Misa dominical...
¡Gracias a Dios por la experiencia que nos regala cada domingo! La siento como don y tarea…
“Señor Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero”.
1 comentario:
muy hermoso blog. Gracias!
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