miércoles, 31 de octubre de 2012

ESTE ES MI HIJO AMADO, ESCUCHADLO


Solemnidad de Jesucristo Divino Maestro

            Domingo 28 de octubre, XXX domingo del Tiempo ordinario, nos vamos acercando al final del Año Litúrgico y a un nuevo comienzo con el Adviento.
            La Familia Paulina celebra en este domingo, último del mes de octubre, la solemnidad de Jesucristo Divino Maestro, una Fiesta que se fija en el centro de la espiritualidad paulina, que no es otro que Jesús Maestro Camino-Verdad-Vida de la humanidad.
            Hace bien, cuando llegamos a días tan señalados en la vida y misión de nuestras Congregaciones e Institutos de la Familia, recordar palabras del Fundador, el beato Santiago Alberione: «La devoción a Cristo Maestro no se reduce a la simple devoción o a algún canto, sino que envuelve a toda la persona. Si se practica bien, da a Dios un culto completo: siempre en Cristo y por Jesucristo…Nuestra devoción al Maestro divino ha de aprenderse para aplicarla luego al trabajo espiritual, al estudio, la apostolado y a toda la vida religiosa…Se es paulino (y paulina) en la medida en que se vive de este espíritu y en este espíritu… Se consigue así la personalidad en Cristo que predican san Juan Evangelista y el apóstol san Pablo».
            Recuerda el Fundador a san Juan y a san Pablo, porque en realidad creo que se puede decir que han sido palabras de estos dos gigantes de la fe y del Evangelio que han constituido como el leit motiv central de la espiritualidad paulina. Del capítulo 14,6 de Juan tomó lo que constituye realmente no sólo el centro, sino también lo que él quiere que nos defina, porque, dice, aquí encontramos la definición plena de Jesucristo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida». Y de Pablo es más difícil quedarse con un texto solo, porque toda la predicación oral y escrita del padre Alberione podemos decir que está impregnada de Pablo; las citas de los escritos del Apóstol son constantes, casi a veces sin intercalar comentario alguno. Pero hay un texto de Pablo que, además de ser el más citado por Alberione, es también otro fulcro central, expresión que quiere sintetice la espiritualidad paulina. No podría ser otro texto, sino el que nos da también la talla de la personalidad del Apóstol de las Gentes: «Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí…» (Ga 2, 20).
            En estas palabras encontramos el núcleo de lo que el Padre Fundador nos propone como estilo de vida, modo de pensar, de razonar y de obrar: un modo de ser… Éste el particular estilo de santidad y de apostolado que Dios ha manifestado al beato Santiago Alberione y que él nos ha transmitido a nosotros y nosotras, miembros de la Familia Paulina y a cuantos se acercan con el deseo de conocer y vivir estos valores evangélicos y eclesiales, fundamentales y fecundos, si queremos ser apóstoles y evangelizadores de la ‘nueva evangelización’, según las líneas marcadas también por el Papa Benedicto XVI y por el Sínodo de los Obispos que se acaba de clausurar.
 

            La Familia Paulina (FP) en el mundo el 20 de agosto de 2012 entró en el segundo año de preparación a la celebración del primer Centenario de fundación (20 de agosto de 2014). Cito unas palabras del p. José Antonio, postulador general de la FP: «Estamos en el segundo año de preparación al Centenario, en el que queremos “reavivar el don recibido” con el lema “Vivid en continua conversión”. No habrá renovación alguna si no se parte de esta re-conversión de cada uno al Centro absoluto, Jesucristo Maestro; y no habrá nueva evangelización si no es en la medida en que se reavive la fe como experiencia de Jesús, nuestro Divino Maestro. Porque la evangelización no es una “tarea” que puede ser compatible también con una escasa identidad espiritual. Sin la “cristificación” no se da “predicación” auténtica. La semejanza con Cristo es la premisa indispensable para poder “predicar”».
 
 
 
            Me ha parecido providencial el que en los días preparatorios a la celebración de la solemnidad de Jesús Maestro la liturgia nos haya ofrecido como Palabra de Dios en la Eucaristía la carta de Pablo a los Efesios, una carta en la que el Apóstol explica su conocimiento del Misterio de Cristo. El primer sacerdote paulino, hoy beato Timoteo Giaccardo, cuya memoria litúrgica celebramos el día 22 de octubre, decía a las Pías Discípulas en su predicación que debían, debíamos estudiar y llevar a la memoria en particular esta carta paulina. Y creo recordar haber escuchado en el noviciado, hace ya muchos años, que sobre todo debíamos estudiar y recordar el c. 3 de esta carta. Y, puesto que no existe el ‘caso’, la casualidad’ en la historia de la salvación, creo que también esta Palabra de Dios en la segunda quincena de octubre de este ciclo litúrgico ha sido un ‘kairós’, que me hizo pensar y vivir algo que está también en las raíces de mi vocación de discípula de Jesús Maestro.

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Y hoy, un nuevo ‘kairós’: en el Propio de las Celebraciones de la FP se recuerda el aniversario de la solemne ‘Dedicación de la Iglesia de Jesús Maestro' en Roma. Una iglesia construida por expresa voluntad del Fundador, quien en vida siguió muy de cerca el proyecto y los trabajos de la construcción que varias hermanas, junto con el apoyo de personas competentes, llevaron adelante. En la mente del beato Santiago Alberione, estaba que desde esta Iglesia «se pida incesantemente luz para el mundo, y que sea un centro de irradiación eucarística y litúrgica».
Él mismo celebraba el 18 de marzo de 1966 la primera Eucaristía en la cripta, cuyo altar había sido consagrado en el mismo día. Y allí mismo la comunidad de las Pías Discípulas iniciaba  la adoración eucarística perpetua «orando en especial por las intenciones del santo Padre, por la diócesis de Roma, por la parroquia, por la humanidad entera y para obtener que en toda la Familia Paulina se comprenda y viva del Maestro Divino, para irradiarlo en la misión específica».
El 31 de octubre de 1999 se celebraba la dedicación solemne de la Iglesia de Jesús Maestro.

Y hoy me alegra el ver, a través de las páginas de la revista de formación e información litúrgica que las Pías Discípulas del Divino Maestro sostienen y dirigen desde el año 1952 – la Vita in Cristo e nella Chiesa – que, entre las varias iniciativas de irradiación eucarística y litúrgica que las hermanas llevan a cabo, en este Año de la Fe se hayan propuesto organizar encuentros específicos de formación litúrgica con el tema: «El dinamismo de la vida cristiana a la luz de la Sacrosanctum Concilium», en casi todos los sábados de noviembre, diciembre, enero, febrero, abril y mayo. Y encuentros de fin de semana para Lectores en tres etapas: octubre-noviembre, marzo, mayo-junio de 2013.

Sale espontáneo del corazón el canto del Magnificat y concluir con la liturgia: “… tibi omnis honor et gloria!!”

 


Oración colecta de la Misa de Jesucristo divino Maestro:
Oh Dios, Padre de la luz,
que en la plenitud de los tiempos
has hablado a los hombres por tu Hijo amado,
concede a quienes lo confesamos Señor y Maestro
ser fieles discípulos suyos,
y anunciarlo al mundo
como camino, verdad y vida.
           
Y el prefacio:
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
glorificarte, Padre santo,
Dios de misericordia infinita, que, desde toda la eternidad,
ofreces a los hombres tu vida inmortal.
 
Tú creaste el mundo
y con amor infinito lo conservas.
Como Padre bueno, velas por tus criaturas
y reúnes en una sola familia
a todos los hombres
creados para gloria de tu nombre,
redimidos por la cruz de tu Hijo
y señalados con el sello de tu Espíritu. 
Te damos gracias por Jesucristo,
a quien nos diste como Maestro único y universal.
Él es tu Palabra viviente,
el camino seguro que nos conduce hacia ti,
la verdad eterna que nos hace libres,
y la vida sin fin que nos colma de alegría.
 
Por este don de tu benevolencia,
unidos a los ángeles y a los santos,
te entonamos nuestro canto
y proclamamos tu alabanza:
 
Santo, Santo, Santo…
 
 
 



           

           

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Conchita, un millón de gracias por compartir todo esto... tus estudiantes de Liturgia del ITVD te recuerdan con cariño y agradecimiento por haberles ayudado a amar la Liturgia de la Iglesia.
Lucía Herrerías