lunes, 11 de agosto de 2008

Días para el silencio y el encuentro


No hablé de mi experiencia de los Ejercicios.
Fueron días de intensa oración, de gracia abundante o sobreabundante del Maestro Divino.
En un monte... donde sí encontrábamos personas, casi todas en silencio, porque casi todos estábamos en Ejercicios, de una semana, de un fin de semana, de mes. Por allí apareció el fin de semana un grupo de jóvenes, chicos y chicas, alegres, también ellos y ellas con plan de reflexión, de convivencia, a lo mejor en preparación a la JMJ de Sydney. Su presencia dio un tono de alegría, no de distracción, sino de esperanza, de vida.
Entre los árboles no faltaron las ardillas, algunas de ellas bien pequeñas, que no conseguían ni subir al árbol y se quedaban mirando.
Del fondo del corazón, mirando, paseando, brotaba espontáneo - incluso en canto, porque no se molestaba a nadie, por el gran espacio que había – el “Criaturas del Señor, bendecid al Señor;... alabad al Creador por la eternidad...”.


Meta de los Ejercicios: la configuración con Cristo: que Cristo se forme en nosotros (Ga 4, 19) y texto evangélico que nos acompañó a lo largo de todos los días: Mt 11, 25-30.

“Don y tarea”, como siempre. El Señor no deja faltar su gracia, la luz, el poder y fuerza de su Espíritu; ahora empiezan los Ejercicios en la vida. Hacer que esa meta, por la misericordia del Señor, se vaya haciendo cada día un poquitín, aunque sea muy poco, más cercana.

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