La Virgen María, Madre del buen Pastor
En los primeros días de septiembre, la Familia Paulina, y en
particular las Hermanas de Jesús Buen Pastor (“Pastorcitas”), hemos celebrado a
la “Virgen María, madre del Buen Pastor”.
“Fiesta” para las Pastorcitas, “memoria obligatoria” para las
otras Congregaciones e Institutos de la Familia Paulina (FP).
Entresaco de los “Prenotandos” del “Propio de la Familia
Paulina”, aprobado en el verano de 1993.
Por la coincidencia de la esta Fiesta-memoria paulina con la
memoria obligatoria de san Gregorio Magno, en el “Propio”, se traslada la
“memoria” de san Gregorio Magno. Transcribo la justificación que aparece en el
Propio de la Familia Paulina: «¿Por qué san Gregorio Magno en el calendario
propio de la Familia Paulina? La memoria de este Papa se celebra en el
calendario litúrgico el día 3 de septiembre; a nosotros nos toca celebrarlo el
4 de septiembre. El órgano competente de la Santa Sede – que aprobó el
‘calendario paulino’ – consideró importante que esta memoria no quedara
suprimida al conceder para el día 3 la fiesta-memoria de la Virgen María, madre
del buen Pastor.
¿Es esto providencial? Sí, porque san Gregorio Magno, junto con
san Bernardo, es considerado «padrino» de la Familia Paulina (…). El padre
Alberione juzgó importante su recuerdo y quiso que su estatua se colocara –
junto con la de san Bernardo, cuya memoria coincide el 20 de agosto, fecha del
nacimiento de la FP – en una de las columnas corintias que flanquean la
majestuosa «Gloria» de la primera iglesia paulina, dedicada a san Pablo en
Alba».
Junto a las Fiesta de la Virgen María, madre del buen Pastor,
las Pastorcitas celebran, desde el principio – 7 de octubre de 1938 - por
voluntad del Fundador, el domingo IV de Pascua, domingo del buen Pastor, como
“Fiesta titular” de la Congregación. Según el calendario litúrgico de entonces,
se celebraba el segundo domingo después de Pascua.
Les decía el padre Alberione: «En la fiesta de Jesús buen Pastor
se quiere dar gloria a Dios que ha enviado a su Hijo a la humanidad y a la
oveja perdida. Ahí tenemos a Jesús buen Pastor, y María es su madre».
La imagen del Pastor propuesta por el beato Santiago Alberione
hunde sus raíces en la Escritura y hace referencia especialísima al capítulo 10
del evangelio de san Juan, enriquecido con el texto de Ezequiel 34 y otros
pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Interpretando el sentir de las hermanas, el p. Alberione les
decía: «Me diréis: Pero ¿Por qué nosotras honramos a Jesús bajo el aspecto de
Pastor y no de Maestro como lo hacen las demás familias paulinas? Pues porque
tenéis que hacer de “pastorcitas”. Jesús es siempre el mismo, pero vosotras
debéis formaros para atender a las almas y, como Jesús, saber dar la vida por las
ovejas.
(…) Meditar la vida de Jesús. Sí, meditar especialmente esos
rasgos en los que mejor se manifiesta el corazón del buen Pastor. Meditarlo e
imitarlo. Pero sobre todo centrarse en la Eucaristía. En la Eucaristía el buen
Pastor da la vida por nosotros, porque es la renovación del sacrificio de la cruz,
y ahí es donde se revela su amor por nosotros» (año 1959).
En otro momento, siempre hablando a las Hermanas de Jesús buen
Pastor, se pregunta el Fundador: «¿Quién es el buen pastor? Es quien actúa en
relación con el rebajo imitando a Jesucristo camino, verdad y vida».
Aquí el beato Santiago Alberione entronca con el núcleo de la
espiritualidad de la Familia Paulina: «Vivir y comunicar a Jesús Maestro-Pastor
Camino, Verdad y Vida». Es el centro de la espiritualidad paulina, sobre el
cual mucho insistió nuestro beato Fundador, llegando a afirmar que esto no es
accesorio para el paulino y la paulina: «es ser o no paulino-paulina» (Ut unum
sint, 1960).
La devoción a María ‘madre del buen pastor’ tuvo origen en
España, a partir del año 1703 por iniciativa de los Capuchinos: desde aquí se
extendió a Europa y al mundo. La
Misa y la Liturgia de las Horas fueron aprobados por Pío VII en 1801 y, posteriormente, fueron enriquecida por León XIII.
El Beato Alberione propuso a la congregación paulina de las
Hermanas de Jesús Buen Pastor, desde sus
comienzos (29 de octubre de 1938), la devoción a María, madre del buen Pastor, como
la forma de devoción mariana específica
y más adecuada al carisma propio.
Esta devoción, introducida probablemente en España a principios
del siglo XVIII por los Frailes Capuchinos, el padre Alberione, para las
Pastorcitas, la enriqueció con el «color» de su espiritualidad, eligiendo como
fecha de celebración el 3 de septiembre, que, desde 1955, coincide con la
profesión de estas Hermanas en Italia.
Los textos de esta celebración litúrgica fueron aprobados por la
Congregación para el Culto Divino el 28 de julio de 1991.
Decía el Fundador a las
Pastorcitas: «Entre todas las fiestas
litúrgicas de la Virgen… ésta tiene una especial importancia para vosotras.
Para comprender mejor este nobilísimo título de la Virgen, es necesario conocer
y entender bien lo que significa “buen Pastor”. Buen pastor es el que cuida de
sus ovejas y las ama, hasta dar la vida por ellas».
La
mariología del p. Alberione con relación a la Madre del buen Pastor se expresa
en todas las oraciones que compuso, especialmente la coronita. También se
manifiesta en la iconografía, para la que dio indicaciones bien precisas.
Él
mismo explica: «Es todo un sermón el cuadro que tenéis, donde aparece representada
la divina Pastora, que tiene junto a sí a Jesús jovencito apacentando las
ovejas, lo mismo que ella apacienta las ovejas; luego, a la derecha y a la
izquierda, los dos apóstoles: Pedro, encomendando la Iglesia a María, y Pablo
que la empuja hacia ella… María está en medio…
El
título de Madre del buen Pastor le corresponde a María porque ella es la madre
del divino Pastor, y porque tuvo que sufrir mucho por los hombres y mucho en el
cielo se preocupa por la salvación de las almas, de los pecadores y de los infieles
que están fuera de la Iglesia, y de los que procuran avanzar por el camino de
la santidad y la justicia… María protege al Pastor universal de la Iglesia, el
Papa» (A las Pastorcitas, 1959).
«Dirijamos la mirada a nuestra madre María, invocada como
madre del divino Pastor. (…) Jesús es buen Pastor porque llama a las almas y
las salva, las nutre de sí mismo. María dio a Jesús a toda la humanidad, a los
que han vivido, a los que viven y a los que vivirán: apacienta, pues, a las
almas con su Jesús…
Podemos
decir a la Virgen: nútrenos, dándonos el alimento celestial: Jesús camino,
verdad y vida; defiéndenos, asístenos; que podamos estar contigo en el Paraíso».
En
el Oficio de lectura de la
fiesta-memoria de la Virgen María madre del buen Pastor, el texto bíblico es el
de Ga 3,22 –4,7, y la segunda lectura: de la Constitución dogmática Lumen
Gentium (nn. 58-59. 61 o bien: “de las enseñanzas del beato Santiago Alberione,
presbítero (a las Hermanas Pastorcitas). Entresaco de ésta:
“Es muy hermoso estudiar
el paso evangélico donde Jesús recoge sus enseñanzas sobre las tareas del
pastor. Lo haremos considerando las palabras del texto evangélico (Jn 10,
11-16).
(…) La primera cualidad del buen Pastor y de las Pastorcitas es
la de conocer a las ovejas y dejarse conocer por ellas. Ésta será la prueba de
su solicitud, ésta será la condición para que las ovejas no tengan miedo de su
presencia. Esta cualidad la descubrimos perfectamente en Jesús: Conozco a mis ovejas. Hay que notar que
las conoce una por una; a cada una le ha asignado su propio nombre y por el
nombre las llama.
Otra preciosa enseñanza de Jesús es ésta: debemos preceder a
nuestras ovejas con el buen ejemplo.
(…) Las ovejas son
asediadas por los ladrones y los lobos. Los ladrones querrían arrancarlas de su
rebaño y los lobos quisieran despedazarlas. Nos corresponde a nosotros defender
el rebaño con valor y sacrificio.
El buen Pastor y la verdadera Pastorcita arriesgan su vida y la
sacrifican por la salvación del rebaño. El
buen pastor da la vida por sus ovejas. Jesús insiste en la gran prueba de
amor que ha dado a sus ovejas; nadie se ha encontrado jamás en su situación, es
decir, la de ser el dueño de la vida, y la de entregarla voluntariamente.
Ésta es la tarea encomendada al pastor y a la pastorcita.
Cuanto mayor sea el celo tanto más rápidamente se realizará ese
magnífico ideal del único rebaño. Por eso oró Jesús en la tierra y sigue orando
en el cielo: Para que sean una sola cosa;
y pone a disposición de todos sus tesoros de verdad, de gracia y
misericordia».
Prefacio de la fiesta de la Virgen María madre del
buen Pastor
…. Por Cristo, Señor nuestro.
Porque él, buen Pastor, amante de la unidad y de la paz,
eligió para sí una Madre incorrupta de alma y cuerpo,
y quiso como Esposa a la Iglesia una e indivisa.
Elevado sobre la tierra,
en presencia de la Virgen Madre,
congregó en la unidad a tus hijos dispersos,
uniéndolos a sí mismo con vínculos de amor.
Vuelto a ti y sentado a tu derecha,
envió sobre la Virgen María,
en oración con los apóstoles,
el Espíritu de la concordia y de la unidad,
de la paz y del perdón.
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