lunes, 23 de junio de 2008

Excursión CONFER de Toledo


Como hace tiempo que mi blog reposa, son muchos los pequeños acontecimientos que deseo recordar, porque las vivencias han sido también particularmente ricas en este período.
El Tiempo Ordinario, precisamente porque se han concluido ciertos compromisos y actividades, aunque por lo que a nosotras respecta, muchas actividades siguen invariadas, pero bueno, tenemos también otras oportunidades.
Entre ellas, quiero recordar la excursión organizada por la “CONFER” de Toledo en los días 31 de mayo y 1 de junio. Meta: Zaragoza. No estaba inaugurada la Expo 2008, ni estaba en nuestros planes visitarla, por falta de tiempo.

Ante todo, me sitúo en un autocar lleno de Religiosas y algún Fraile hijo de san Francisco.
Me atrevo a calificar la excursión con tres palabras:
- fraternidad
- cultura
- peregrinación


Hemos compartido de veras con gusto oración, diversión, recreo, chistes, información cultural y no podía faltar la visita a la Virgen del Pilar.
Detallo sólo algunos puntos que más me han impactado: Iª etapa: Calatayud.
No imaginaba yo la riqueza y belleza que en Calatayud pudimos contemplar. Tengo que anticipar que nuestra visita había sido preparada vía telefónica con mucho cariño y competencia por nuestro Sr. Obispo auxiliar don Carmelo Borobia, ex obispo de Tarazona y antes, auxiliar de Zaragoza.
La visita fue de una riqueza espiritual y cultural inimaginable. Las tres iglesias – del Santo Sepulcro, de san Juan y de Santa María - contienen riquezas de arquitectura, pintura - ¡hasta de Goya! – de una teología y espiritualidad únicas. No sé ni es el momento de describirlas en detalle; sólo queda en el corazón algo así como aquello de san Juan de la Cruz: “... toda ciencia trascendiendo” o aún más:
“un no sé qué que queda balbuciendo...”.
No sé si la cita viene al cuento, quizás sea porque rebosa la experiencia del curso que pude hacer esta semana sobre el “Cántico espiritual” del Santo, pero es verdad que las explicaciones que tanto los dos sacerdotes de la Iglesia del Santo Sepulcro y de San Juan y el sacristán de la de Santa María nos dejaron a todas y todos casi embelesados.

Y desde todo corazón, también mientras escribo, siento la gratitud viva a don Carmelo que tan bien y con tanto amor supo prevenir, avisar, sugerir que pudiésemos contemplar tanta maravilla, que él naturalmente lleva en el corazón, porque fue riqueza de su vida y experiencia espiritual, cultural, pastoral.
Tengo que decir que llovía a cántaros en Calatayud el día 31 por la tarde, pero en entusiasmo de nuestros guías no nos dejó perder ni una de las consignas que habían recibido. Y fueron admirables. Nosotras también, porque ni los zapatos llenos de agua nos asustaron y seguimos nuestra peregrinación entusiasta por aquellas tierras.
Finalmente, con toda estas experiencias en el alma, llegamos a Zaragoza, donde nos acogieron con amor las Hermanas Angélicas para la cena y el descanso nocturno. No habíamos participado en la Eucaristía; pues, el p. Ursicio, Franciscano que con nosotras realizó esta aventura de la excursión, presidió la Eucaristía, después de la cena, como los primeros cristianos, según lo que narra Pablo en la 1 Corintios 11. Así, en belleza, sacramentalmente, concluimos el mes de mayo y nuestro primer día de convivencia fraterna. Y nos fuimos al deseado descanso, también para quitarnos todo lo que estaba empapadito de agua...
Con las Hermanas Angélicas, nos encontramos “en casa” por la amabilidad y atención de todas ellas. Ya es normal, gracias a Dios, esta experiencia que se renueva en todos los encuentros entre religiosas de diversas congregaciones: nos sentimos Iglesia, Iglesia de comunión, llamadas a servir, con matices y carismas diferentes pero en el mismo Espíritu, a Cristo el Señor, a su Iglesia, a nuestros hermanos los hombres y mujeres de hoy.
El día 1 de junio, de buena mañana, después del desayuno, nos esperaban nada menos que el Cabildo de la basílica-catedral del Pilar para la celebración de Laudes y la Eucaristía, concelebrada por todo el mismo Cabildo y por nuestro hermana Franciscano, en la capilla capitular. Éste ciertamente fue el momento culminante de nuestra excursión. No podía ser de otra manera.
También este detalle, tan delicado, fue precedido por una llamada de don Carmelo. Y lo que sigue también. Porque, al terminar la Concelebración eucarística, con el saludo personal para nuestro grupo de CONFER de Toledo y con el encargo de saludar con cariño a nuestro Sr. Obispo auxiliar, el canónigo delegado diocesano de Liturgia don Jesús Aladrén nos acompañó en la visita atenta y pormenorizada de la Basílica y luego de la capilla del “Rosario de Cristal”.
Más que “visita turística” fue “contemplación”, oración sosegada, tranquila ante tanta belleza, tanta presencia de la Virgen, junto con las maravillas de arte que no sé describir. Queda ese “no sé qué” ahí dentro como recuerdo delicado e “inefable”.
Tuvimos posibilidad de detenernos largos ratos en oración silenciosa, en contemplación, y el tiempo, si me dejo despistar por otras cosas, irá madurando lo que en estos dos días he vivido, hemos vivido, compartido, gozado...


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