miércoles, 5 de mayo de 2010

MARÍA, "MUJER EUCARÍSTICA" (I)

A continuación, expongo en varios post, mi comunicación "María, Mujer Eucarística" de las Jornadas Nacionales de Liturgia 2009

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INTRODUCCIÓN

Sabemos que el título de María ‘mujer eucarística’ salió de la pluma, de la inteligencia y del corazón del siervo de Dios Juan Pablo II en la última de sus 14 encíclicas, la Ecclesia de Eucharistia (= EdE).
Fue para muchos de nosotros una grata ‘sorpresa’, que hemos acogido con gozo y también con el propósito de querer “saber” qué nos quiso decir el Papa con este novedoso y sugerente título.
Recuerda su Carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae, en la que nos invitaba a contemplar con María el rostro de Cristo
[1], y, para ello, incluyó entre los misterios de la luz la institución de la Eucaristía[2]. Siguiendo la misma estela, nos enseña que la Virgen Madre será también la que nos guíe hacia el Santísimo Sacramento, con el que ella tiene una relación profunda. Mirando a María, es cómo podremos aprender a celebrar y vivir el Misterio eucarístico, tesoro de la Iglesia y corazón del mundo.
Toda la encíclica EdE viene a ser así, ‘testimonio’ no sólo de la honda espiritualidad eucarística del Papa Woltyla, sino también de su espiritualidad mariana, y este ‘testimonio’ culmina al invitarnos a entrar en la
escuela de María, “mujer eucarística”.
Ya a través de sus documentos, homilías, discursos, en su largo y fecundo pontificado, habíamos podido captar esta profunda espiritualidad. Y no es ciertamente una casualidad que dos de sus últimos documentos – [“Rosarium Virginis Mariae”, de octubre del 2002, y esta encíclica del Jueves santo de 2003] – traten precisamente de lo que podríamos identificar casi como los tres grandes ‘amores’ de Juan Pablo II:
María-la Eucaristía-la Iglesia.
No fue éste su último documento, aunque sí la última encíclica. Le seguiría en el año siguiente la Carta apostólica sobre el mismo tema eucarístico, Mane nobiscum, Domine, promulgada el 7 de octubre de 2004 para convocar el “año eucarístico”, dentro del cual el Siervo de Dios sería llamado y admitido a la ‘contemplación del rostro de Cristo con María’, tema sobre el que nos ha dejado también textos preciosos, manifestación de anhelo y de profunda vivencia de toda su persona.
Lo que escribió en esta última encíclica el Papa “venido de lejos”, como él mismo se definió, creo que tiene todo el valor también de un ‘testamento espiritual’ para la Iglesia, a través del cual quiere confortar también nuestra fe en la Santísima Eucaristía.
La mejor valoración del título dado por el Papa Wojtyla a la Virgen María es la que hace el mismo Benedicto XVI en la Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis: La Iglesia ve en María, ‘mujer eucarística’ – como la ha llamado el Siervo de Dios Juan Pablo II - su icono más logrado, y la contempla como modelo insustituible de vida eucarística
[3].

Me pregunto: ¿dónde recurrir para encontrar alguna ‘fuente’ que quizás haya podido inspirar al mismo Juan Pablo II para ofrecernos esta nueva ‘advocación’ mariana?

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[1] cf. juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, 9. 10
[2] ibíd. 20; Juan Pablo ii, Ecclesia de Eucharistia, 53
[3] BENEDICTO XVI, Sacramentum Caritatis, 96

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