miércoles, 7 de enero de 2015

LA LITURGIA, FUENTE DE LA VIDA ESPIRITUAL EN LA VIDA CONSAGRADA (V)

3.      Lenguaje de los textos constitucionales

Las Constituciones de las congregaciones u órdenes religiosas no son algo añadido al Evangelio, sino un intento de re-lectura del mismo, desde un determinado ángulo, desde la iluminación concreta del carisma concedido por el Espíritu a los Fundadores.

La relectura de algunos artículos de la Regla de vida de nuestro instituto de Discípulas del Divino Maestro me atrevo a decir que muestra cómo la liturgia ha llegado a ser una realidad destinada a penetrar y acompañar la vida de los miembros.

La confrontación con  textos de los años 1960, 1973 y 2008 creo que es reflejo del camino recorrido, en la progresiva asimilación de la teología y pastoral litúrgica a la espiritualidad y vivencia de cada día.

Constituciones año 1960
La profesión es la consagración a Dios y la pública emisión de los tres votos de pobreza, de castidad y de obediencia, hecha a norma de los sagrados cánones y de las presentes constituciones  (n. 94).
Constituciones año 1973
Las Pías Discípulas, queriendo “seguir más de cerca a Cristo Maestro”, deben conformarse más plenamente con Él. “El estado religioso imita más fielmente y representa continuamente en la Iglesia la forma de vida que el Hijo de Dios abrazó, cuando vino al mundo…” [LG 42. 44]. (n. 24)
Constituciones año 2008
En la respuesta a la llamada, entramos en una relación vital con Jesús Maestro casto, pobre y obediente. (…).
Vivimos progresivamente el Misterio de Cristo en la escuela del año litúrgico… (n. 41).


Prácticas de piedad cotidianas:
Escuchar la santa Misa; meditación en común durante media hora; las oraciones vocales de la mañana y de la noche; la visita de dos horas… (n. 202).
Tengan gran amor a la S. Escritura, particularmente al Evangelio, y se sirvan con frecuencia para la lectura espiritual y la meditación (n. 203).
Las superioras promuevan entre las religiosas la frecuencia incluso cotidiana a la Santa Comunión
(n. 196).
La Pía Discípula alimenta su vida espiritual en la fuente de la Eucaristía mediante la íntima participación en la santa Misa… [citas de SC 47 y 48, y del Fundador B. Alberione]  (n. 11).

NB – Las oraciones  de la mañana y de la tarde pueden ser las indicadas en el libro de la Familia Paulina, o sustituidas por la mañana por la celebración de Laudes y por la tarde por las Vísperas (Dir. n. 8)



Participamos con renovado asombro en la celebración de la Eucaristía (…) Hechas “un solo Cuerpo y un solo Espíritu” (…), participamos en la escucha de la Palabra, la participación en el Misterio Pascual e intercedemos por la Iglesia y por la humanidad.
(n. 18).
Participamos del oficio sacerdotal de Cristo también en la liturgia de las horas (…). Asumimos las situaciones de la historia y, con la mente y la voz concordes, celebramos las Laudes y las Vísperas en unión con la oración incesante de Cristo y de la Iglesia (n.19).


Las superioras cuiden que todas, tanto las profesas como las novicias y las postulantes, se confiesen por lo menos una vez a la semana. (n. 182).

Toda pía discípula reciba el sacramento de la confesión en espíritu de verdadera penitencia evangélica… (n. 13) [citas de PO 18 y del Fundador]

La participación en los Sacramentos acompaña la vida en sus etapas más significativas…. En el camino de continua conversión, nos acercamos con frecuencia al Sacramento de la Reconciliación… En la enfermedad y en la ancianidad, recibimos la Unción de los enfermos que lleva a cumplimiento nuestra conformación con la muerte y resurrección de Cristo, fundada en los Sacramentos de la Iniciación Cristiana. (n. 20).


Convocadas en torno a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, sacamos fuerza de la presencia del Señor… Conscientes de que la Eucaristía es fuente de reconciliación, con  amor paciente, nos perdonamos las unas a las otras… (n. 65).
Formadas por la Palabra y la Eucaristía constituimos comunidades apostólicas atentas a los signos de los tiempos y abiertas al diálogo intercultural… (134).

Las hermanas practiquen sinceramente la caridad fraterna, sin la cual una comunidad no puede vivir en la paz, florecer por la observancia religiosa y promover eficazmente las obras de apostolado. Sea compromiso de cada superiora y de cada religiosa mantener firmes los vínculos de la unión y de la caridad en todas las casas y en toda la congregación, según la exhortación de san Pablo en Ef 4,1-5 (n. 176).


Repetidas veces el Fundador ha exhortado a las PD a aplicarse la frase del Evangelio de S. Juan: 13, 35. La caridad de Cristo las ha reunido, la misma caridad les enseña a reconocer en las hermanas la imagen de Dios; a “llevar las unas los pesos de las otras” en un cotidiano recíproco servicio de amor; las guía a perdonar y a entregarse. Caridad que se alimenta en el Evangelio, en la sagrada liturgia, y sobre todo en la Eucaristía [PC 15] (n. 54)
Convocadas en torno a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, sacamos fuerza de la presencia del Señor… Conscientes de que la Eucaristía es fuente de reconciliación, con  amor paciente, nos perdonamos las unas a las otras… (n. 65).
Formadas por la Palabra y la Eucaristía constituimos comunidades apostólicas atentas a los signos de los tiempos y abiertas al diálogo intercultural… (134).



En esta breve presentación de la trayectoria de nuestra Congregación a través del lenguaje de la Regla de vida, descubro tres etapas que considero importantes en la asimilación de la renovación litúrgica del Concilio, y en particular de la Sacrosanctum  Concilium.

Si las Constituciones de 1960 reflejaban sobre todo una línea bastante jurídica y las de 1973, en respuesta al “Capítulo especial”, establecido por el motu proprio ‘Ecclesia Sanctae’ de Pablo VI, que pedía sobre todo la ‘vuelta a las fuentes, a los orígenes’ de la Escritura, del Concilio y del Fundador – y así aparecen continuas citas de estos documentos -, la Regla de vida de 2008 parece mostrar que las ‘fuentes’ propias de la Vida Consagrada y específicas del carisma propio aparecen bien asimiladas.
No creemos haber llegado a la meta que nos propone la Iglesia, estamos en camino. En la conclusión de la Regla de vida pedimos a la Trinidad santa: “Danos la flexibilidad y la apertura para reexaminar regularmente estas normas y adaptarlas a las circunstancias cambiantes de la historia en fidelidad creativa al carisma del padre Santiago Alberione”.



Concepción González, pddm
Publicado en la Revista de pastoral litúrgica PHASE
Septiembre/octubre de 2014


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