domingo, 29 de abril de 2012

Eucaristía: actualización de nuestra Redención


Domingo IV de Pascua - Domingo del "Buen Pastor"
Hemos llegado a mitad del camino de la Cincuentena Pascual. Después de haber contemplado al Señor Resucitado  en sus apariciones a los discípulos, escuchamos hoy, en el “domingo del Buen Pastor”, la definición de Jesús: "Yo soy el buen Pastor", el Pastor bueno, hermoso, que da la vida por las ovejas”, el Pastor que conoce sus ovejas, igual que el Padre le conoce a él.
Éste es el domingo en el que la Iglesia entera reza en particular "por las vocaciones".
El Santo Padre Benedicto XVI escribe en el Mensaje para esta Jornada Mundial de oración por las vocaciones: “En todo momento, en el origen de la llamada divina está la iniciativa del amor infinito de Dios, que se manifiesta plenamente en Jesucristo (…) Tenemos que abrir nuestra vida a este amor, cada día Jesucristo nos llama a la perfección del amor del Padre. La grandeza de la vida cristiana consiste en efecto en amar “como” lo hace Dios. En este terreno oblativo, en la apertura al amor de Dios y como fruto de este amor, nacen y crecen todas las vocaciones. Sobre todo que la Eucaristía sea el centro “vital” de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos una y otra vez a vivir la «gran medida» del amor de Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino”.


Subrayo la expresión en la que el Papa pide que «la Eucaristía sea el centro “vital” de todo camino vocacional», porque es en la Eucaristía “donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo”.
En la eucología de este domingo encuentro sobre todo la oración sobre las ofrendas que resalta la importancia y actualización del sacrificio de Cristo en el Memorial eucarístico, una oración que la liturgia nos ha ofrecido y ofrecerá también en varias ferias  de esta Cincuentena Pascual que estamos viviendo:
“Concédenos, Señor,
que la celebración de estos misterios pascuales
nos llene de alegría
y que la actualización repetida de nuestra redención
sea para nosotros fuente de gozo incesante”

Me agrada transcribir el comentario a esta misma oración que hacía nuestro Pastor, Don Braulio, en el escrito semanal que en el “Padre nuestro” dirigía la semana pasada a los cristianos de Toledo.

«Quiero fijar mi atención en la frase «actuación repetida de nuestra redención» contenida en esa bella  oración del domingo del Buen Pastor. Se está hablando, sin duda, de la Eucaristía, en concreto de ese momento de la celebración en que el sacerdote se dispone a empezar la oración eucarística. Significa que la alegría que difundió en su momento histórico la resurrección de Cristo, como victoria sobre la muerte, ahora tiene su «lugar» de actuación en la Eucaristía. Y es que la Eucaristía podemos decir que es el Misterio Pascual en acción. De ahí su importancia vital para el cristiano.
En realidad con la Eucaristía se juegan muchas cosas en la Iglesia. Estoy convencido de que cualquier cristiano que haya experimentado el encuentro con Cristo resucitado comprende en seguida la importancia de la Misa dominical. La Eucaristía es la fiesta de los de casa en el domingo. No podemos invitar a la misa a quien no conoce a Jesús, ni ha oído, ni sabe que ha resucitado. Es empezar la casa por el tejado. Es preciso que los bautizados comprendan al menos el valor de la Eucaristía dominical, que «es el Cristo crucificado y glorificado quien pasa en medio de sus discípulos para llevárselos juntos hacia la renovación de su resurrección», como decía Pablo VI en una conocida exhortación apostólica sobre la alegría cristiana (Gaudete in Domino, 77).
Sin duda que es preciso insistir oportuna e inoportunamente sobre la fidelidad de los bautizados a la celebración festiva y gozosa de la Eucaristía, porque las cosas esenciales las olvidamos pronto o la debilidad nos impide persistir en los buenos propósitos, pero poco conseguiremos si en la formación en la fe, en la Iniciación Cristiana en general, no mostramos cuál es el significado profundo de la Eucaristía y su celebración: encuentro en la comunidad de la Iglesia con Cristo resucitado, que da alegría a nuestra vida. Para alcanzar esta persuasión hay que echar mano de muchos recursos y tener hoy la comunidad cristiana de los Hechos de los Apóstoles lo que tenía las comunidades primeras. Aquel asombro de poder celebrar la Eucarístía, haciendo memoria del Misterio Pascual de Cristo, que vuelve cada vez que nos reunimos según nos mandó, sobre todo el domingo… ».



           

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