jueves, 17 de abril de 2008

Capítulo en Ariccia durante la Pascua
“Concédenos, Señor,
que la celebración de estos misterios pascuales
nos llene siempre de
alegría
y que la actualización repetida de nuestra redención
sea para nosotros fuente de
gozo incesante
”.


En estos días de la Cincuentena Pascual, me llama la atención de manera especial la profundidad de las oraciones, de la eucología de la Celebración eucarística, también en los días de la feria, no sólo en la de los siete domingos de Pascua, hasta la plenitud de la celebración de la Pascua del Señor con la solemnidad de Pentecostés.
La oración sobre las ofrendas que encabeza esta reflexión-vivencia la encontramos en el lunes de la II semana, en el miércoles de la III y hoy, martes de la IV semana de Pascua, día 16 de abril. Puede ser que se me haya pasado incluso algún otro día.

La celebración del misterio eucarístico es siempre actualización, renovación “sacramental” de nuestra redención. Odo Casel diría: es “la mismísima obra de nuestra redención”.
En el Tiempo Pascual esto aparece de forma aún más evidente, aunque se trate siempre de una actualización “en la vía sacramental”, “in mysteriis”, diría de nuevo el recordado monje benedictino de Maria Laach, fallecido en la Vigilia Pascual de 1948, creo que “cantando el Exsultet”..
Con la Constitución sobre la sagrada liturgia del Vaticano II, podemos decir que, “por medio de los ritos y las oraciones”, “per ritus et preces” (SC 48), cada día, en toda celebración litúrgica y de manera singular en el sacrificio eucarístico, “se significa y realiza la obra de nuestra salvación”, la Pascua de Cristo Jesús muerto y resucitado por nosotros, en filial obediencia al Padre.

Este año el Señor me concede vivir unos veinte días este Misterio, “fuente de gozo incesante”, en las colinas de Albano, muy cerca de Castel Gandolfo.
El lugar y sobre todo las hermanas con las que convivo esta experiencia de Congregación, son ciertamente un “kairós”, una gran ocasión de gracia, que conlleva al mismo tiempo también tarea intensa y responsable: don y compromiso.
Los rostros, las expresiones, experiencias y vivencias de hermanas de algunas naciones europeas, de Asia, África, Oceanía, y de América del norte y del sur, me obligan gratamente a ensanchar el corazón. Me doy cuenta una vez más que España es para nosotras, para mí, importante, pero es también una pequeña parte del universo. Sigo recordando a mis hermanas y hermanos de mi País, con mucho cariño y en oración: no olvido que en su nombre estoy en Ariccia, en este lugar amigo.
Pero el corazón se ensancha, pensando en los innumerables hombres y mujeres que en el mundo entero, de varias formas y con distintos lenguajes, adoran, alaban, suplican a un Dios que es Padre de todos. Muchos de ellos y ellas, de forma más o menos consciente, esperan el anuncio de Jesucristo y que alguien les comunique la buena noticia que es Jesucristo.

Me causa respiro profundo, casi emoción y alegría el constatar cómo mis hermanas, las Discípulas del Divino Maestro, se las ingenian en las situaciones más impensadas – hasta en la Amazonia – para servir y adorar a Jesús Maestro, para evangelizar y anunciar, sobre las huellas de Pablo, del beato Alberione, nuestro fundador, y de Madre Escolástica, a cuantas personas sea posible la buena noticia del Señor Jesús, el Maestro y Pastor, Camino, Verdad y Vida “el Maestro con corazón de Pastor” -, que hemos celebrado en el domingo IV de Pascua y que recordaremos de manera explícita también, con el evangelio de Juan 14, 6, el domingo que viene, último día de nuestra estancia en este lugar.

No puedo evitar el recordar aquí a personas, hermanas y hermanos que he conocido y querido; muchos y muchas de ellos han pasado ya a la Casa del Padre.
Con ellas y ellos, al mismo tiempo que con mis hermanas y hermanos con los que convivo hoy, aquí, en España y en el mundo, me siento en una comunión que el vivir en los mismos lugares me reaviva con una fuerza y memoria emocionante, inevitable y grata.

No es posible, en fin, referirme a esta profunda experiencia congregacional, de Familia Paulina y eclesial, y estar tan cerca de la residencia del Santo Padre, sin sentirme en comunión filial con él, en estos días de su visita apostólica y pastoral a los Estados Unidos y también de manera especial a la ONU, donde la “universalidad” de los pueblos es mucho más fuerte.
El recuerdo ante Jesús Eucaristía se hace espontáneamente intercesión, súplica, acción de gracias. Quiere, desde toda la limitación y pobreza que naturalmente siento, convertirse en la misma oración de Jesús y de Benedicto XVI, con sus mismas intenciones: para que las mujeres y hombres de nuestro mundo “tengan vida y vida en abundancia”.

Termino, con una referencia al último mandato del Maestro Divino a sus discípulos y discípulas:

“Proclamad el Evangelio de salvación,
Haced discípulos de todas las gentes.
Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo”.
(Mt 28, 19-20)
Abajo presentamos, en un pequeño video, algunas fotos del encuentro capitular, a ritmo del canto "Ruah", del grupo Aim Karem. Lo hemos titulado "Discípulas en camino"... al soplo del Espíritu que guía los pasos de nuestra Familia religiosa, de la Iglesia y de la Humanidad.


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